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martes, 30 de noviembre de 2010

Posado en mi mano


Se posó en mi mano y sentí como si se comunicara conmigo.
Me hablaba desde sus diminutos ojitos oscuros.
Creo que quería llorar conmigo, tal vez venía a mi a consolarme, a hacerme ver que tenía que seguir adelante y no caer en el abismo del dolor. Pero me sentía tan desgraciada, que ni la hermosura de su plumaje, ni esa mirada frágil, me podían hacer olvidar la frase de aquel doctor una hora antes en la consulta.
- Tengo malas noticias...tienes leucemia.
No eran malas noticias, eran las peores noticias que podían darme, sobre todo cuando me explicó que no tenía ya demasiado tiempo de vida.
Quiero pensar con rapidez, pero nada viene a mi cabeza. Necesito saber en que quiero gastar mis ultimos dias de vida.
No quiero que mi hija se entere, ni mi madre, ni mi hermano. No quiero decirle a nadie que me voy, prefiero irme sonriendo y no ahogarnos en lágrimas antes de tiempo. Que los días que vivamos juntos sean inolvidables, pero de bonitos.
-Mamá está sonando el teléfono!!!
-Diga.
-Le llamo de la consulta del doctor Morán, no se retire por favor, ahora se pone el doctor.
Ya no tienes que asustarte, pensaba, que más te puede decir? ya no podría ser peor de lo que había escuchado antes.
-La llamo personalmente, porque tenemos que repetir las pruebas. La enfermera nueva a mezclado algunos historiales y me temo que pueda haber algún error.
Era eso tal vez una esperanza? Me dió por pensar en el pajarillo que se había posado en mi mano...igual venía a decirme que no me preocupara, que aun no estaba todo hecho.
Dos días más tarde, cita de nuevo con el doctor para saber los nuevos resultados. Entré en la consulta con tal nudo en la garganta, que no era capaz de articular palabra. Le tendí la mano a modo de saludo y su cálido apretón me lo dijo todo.
El hombre ya de unos sesenta años, tenía el rostro serio, estaba pálido diría yo. Se le notaba que no sabía por donde empezar.
Saqué fuerzas de flaqueza y con un hilillo de voz que ni me parecía mia, le dije:
-Doctor, acabemos con esto de una vez. Nada podrá ser peor que lo que me dijo ya hace dos días.
Creo que se sintió violento cuando dos lágrimas corrieron por su cara, pero las dejó caer sin ocultarlas. Era mi médico desde hacía muchos años. Me conocía tan bien!!
-Los análisis anteriores que dieron como resultado la leucemia, estaban bien. Confiaba en que la enfermera nueva se equivocara, pero no ha sido así. Te quedan solo 3 meses, como mucho cuatro.
Cuando salí de la consulta, me sentí libre. Tenía ganas de sentir el aire en mi cara. Ojalá pudiera volar.
Pensaba en el pajarillo. No podía pensar en nada más que no fuera el.
Dentro de tres meses estaría volando con el.

sábado, 27 de noviembre de 2010

La mano

Salí a dar un paseo por el campo, a pesar del frío tenía ganas de relajarme en plena naturaleza.
Hoy no había tenido una buena mañana en el trabajo y tenía que desconectar como fuera. Así que, camara en ristre, me aventuré a sacar unas fotos.
En un gran campo había ovejas y me acerqué a retratarlas. Cuando estaba a pocos metros, pude comprobar que una de ellas estaba pariendo. Ohhhh, eso no me lo quiero perder, así que ahi estaba yo contemplando maravillado como nacia una vida... dos vidas. Dos preciosos corderitos.

Cuando a la hora de cenar volví a casa, pensé que cuando le dijera a mi hijo David lo que había visto en el campo y le enseñara las fotos, iba a flipar, como el decía. Colgué mi abrigo en el perchero de la entrada y vi a mi mujer poniendo la mesa en el salón.
Le dije hola, pero ni me miró. Y a esta que le pasará ahora? pensé.
Mi hijo estaba sentado en el sofá viendo los dibujos. Me acerqué a él y le di un beso en la frente.
-Hola papi.-me dijo sin apartar la vista de la tele.
Rebeca, mi mujer, estaba en la cocina dando los últimos toques a la cena. Me acerqué a ella para besarla y de paso averiguar que le pasaba para no saludar.
-Hola cielo.- dije mientras acercaba mi boca a la suya.
Me quedé de una pieza cuando su cara se giró para evitar que la besara.
-Que te pasa conmigo? .- pregunté casi receloso de saber.
-Ya hablaremos .- fué su única respuesta.
Cenamos con un grado de tensión bastante cortante, solo roto por la historia de los corderitos que le conté a David, el cual me escuchaba maravillado sin ni siquiera pestañear.
Una vez que cenamos y David se fué a la cama, volví a preguntar cual era el problema causa de tanto enfado.
-Llegó esta tarde un paquete.- me dijo señalando encima del aparador.
Estaba envuelto en un papel un tanto raro y olía un poco mal.
Abrí la caja y el olor se intensificó de tal manera que retrocedí un paso para atrás.
-Que demonios!!!!
-Creo que me tienes que dar una explicación.-dijo mi mujer con angustia mientras alguna lágrima corría por su rostro.
-Yo no sé que significa esto te lo juro.
-Como no vas a saber nada.- me dijo al borde de la histeria- nadie recibe en un paquete una mano en descomposición.
Sentía un sudor frío por el cuerpo. No tenía ni idea de lo que aquello significaba, así que decidí llamar a la policia.
Mi mujer al ver mi iniciativa se tranquilizó, supongo que la pobre estaría elucubrando sobre si yo sería un psicópata asesino o sabe dios que...
Una patrulla se personó en mi casa. Después de observar el contenido de la caja, me preguntaron que si estábamos de broma o que pasaba.
Abrí los ojos como platos cuando me explicaron que aquella mano era de plástico.
Sonó el timbre y mi mujer fué hacia la puerta. Era mi hermano Juan.
-Hola .- dijo sorprendido por ver allí a la policia.-Ahhh ya veo que ha llegado la caja.
Cuando nos dió la respuesta a todas nuestras preguntas me dieron ganas de abofetearle, pero no pude más que soltar una carcajada.
Mi hermano era el encargado de los efectos especiales de una película de muertos vivientes y aquella mano mal oliente era la obra de arte de uno de sus amigos que le enviaba desde Londres. Como solo venía con los apellidos mi mujer dedujo que era mia y bueno, el resto ya lo saben.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Casada con el diablo

Aquella tarde el teléfono no paraba de sonar. Todos querian saber lo que había pasado.
A las tres de la tarde, en el informativo, ahi estaba él.
Las lágrimas no dejaban de correr por mi cara, era increible, el hombre que creía que me amaba...
Era duro ver en las noticias que estaba viva de milagro.
Y allí estaba yo, en aquella cama de hospital, rodeada de mi familia.
Se vió como lo llevaban detenido, sin el más mínimo signo de arrepentimiento en su rostro. Con que clase de demonio me había casado!!.
Aquella noche me había vuelto a poner las manos encima, como casi siempre, y yo que ya estaba cansada de que mis tres niños pequeños oyeran tanto grito y me vieran siempre amoratada, me enfrenté a él con lo que en ese momento tenía en la mano...la sopera iba camino de la mesa pero acabó estrellada en su cabeza.
Por un momento quedó medio aturdido, pero enseguida dolorido por haberse quemado y por el golpe, se vino hacia mi como fiera que guía el diablo.
Le vi coger el cuchillo que estaba en la mesa y solo puedo decir que sentí las tres primeras punzadas, que fueron como si un clavo ardiendo me rompiera las carnes. La primera en el costado. La segunda un poco más abajo. Y la tercera entró en mi pecho haciéndome perder el conocimiento.
Decian en las noticias que habían sido ocho puñaladas. Yo me notaba muy sedada, no sentia nada.
Miré hacia mi familia sin dar crédito de lo que estaba escuchando.
- ¿Tantas me ha dado? . -pregunté.
Asintieron con cara de dolor sin saber que decirme.
-Cielo.- me dijo mi padre.- Los médicos han dicho que no podrás volver a caminar. Tienes que ser fuerte.
Mi mundo se vino abajo.
No podré correr con mis niños...ni pasear por la playa...ni ...ni... ¡'Diosssssss!!!
Quise morirme en ese mismo instante.
No quería y no sabría vivir asi.
Que les diría a mis niños??.
Y aun decían que había tenido suerte?...que vida me espera a partir de ahora ?
Ya se que muchas otras mujeres no lo han podido contar, este año han sido muchas, así que yo que estoy todavía viva solo quiero gritar bien alto....¡¡¡¡BASTA YA!!!!

lunes, 22 de noviembre de 2010

El gato de mi vecina

Ya estaba otra vez el gato de mi vecina en el piso de arriba.
Subí corriendo escaleras arriba, llamándolo:
-Bubbyyyyy, bubyyy bonito ven.
Yo creo que lo que más le gustaba era jugar al escondite conmigo, porque cuanto más lo llamaba, más se escondia de mi.
Pues tenía que encontrarlo y devolverlo a su dueña antes de salir de casa.
Un día lo dejé solo y cuando llegué recuerdo que la cocina era un caos, todo tirado por el suelo. No quería llegar a las tantas después de la fiesta de Marta y encontrarme todo patas arriba.
Lo llamaba y se quedaba en silencio, en cambio cuando me alejaba de donde estaba maullaba como para decirme... no es por ahí por donde tienes que buscar. Uffff este gato me traía frita.
-Bubyyyy bonitoo
Nada, se acercaba la hora de salir si no quería llegar tarde y que Buby no aparecía.
Me quedé muy callada a ver si lo sentía y...
-Te pilleeeé
Se quedó como asombrado mirándome con carita de pena.
-Ainsss pobrecillo, quieres un poquito de leche?
Me lo llevé a la cocina y le puse un poco de leche en un cuenco. Estaba felíz.
Cuando terminó salí al porche con el en brazos para que no se volviera a escapar y llamé a mi vecina.
Que raro que no conteste si tiene luz en la cocina.
Me fuí a su porche y toqué el timbre. Nada. Que extraño. Volví a tocar dos o tres veces más.
Buby no dejaba de maullar. Estaba como nervioso.
Intenté mirar por la ventana de la cocina, pero con las cortinas no se veía mucho.
-Señora María.- grité.
Me quedé en silencio atenta por si oia algo.
Me pareció sentir como un quejido pero no estaba muy segura.
Volví a prestar atención. Ohhh dios mio, creo que necesita ayuda.
Llamé a la policia y en cinco minutos estaban abriendo la puerta.
Pobrecilla, allí estaba la señora María atada en una silla en medio del salón.

Escuché como le contaba a la policia que había entrado un hombre a robar y la había dejado atada y con un pañuelo cubriendole la boca para que no gritara.
Oh oh, y yo había dejado mi puerta abierta para traerle el gato.
Se lo comenté a uno de los policias y muy amablemente me dijo que no me preocupara, que ellos mirarian en mi casa antes de irse para comprobar que todo estaba bien.
Me tranquilicé, con la policia allí nada podía pasarme. Por otro lado no quería dejar sola a aquella pobre mujer después del susto que se había llevado.
-Querida.- me dijo- podrías llamar a mi hija para que venga.
Claro que podía, me parecia buena idea que alguien se hiciera cargo de ella.


Dos horas más tarde, y después de que revisaran mi casa, me acordé de la fiesta... demasiado tarde.
Llamé a mi amiga, me disculpé explicándole lo que había pasado y me metí en la cama.
Tanta tensión me hizo doler la cabeza y no era capaz de dormir.
Algo en el piso de abajo llamó mi atención.
Me quedé petrificada cuando volví a oir un extraño sonido.
Ohhhh no podía ser.
Estaría el ladrón dentro de mi casa. Pero lo había comprobado la policia y yo misma de nuevo una vez que se marcharon. Me aseguré de que estaba todo bien cerrado.
Otra vez, alguien estaba en la cocina.
Y que hago yo ahora? Si llamo por teléfono me oirá.
Recordé que en el fondo del armario tenía las muletas de cuando me rompí la pierna. Sabía que como arma no era gran cosa, pero no tenía nada más con que defenderme.
Salí al pasillo con la muleta en alto.
Seguian los ruidos.
Bajé lenta y sigilosamente la escalera, todo estaba a oscuras.
Cuando llegué a la entrada de la cocina pude ver dos ojos que se me quedaron mirando...era una mirada muy luminosa.
Encendí la luz y allí estaba él.
Pero por donde había entrado?
Me miró con tal carita de pena, que no pude más que echarle otro poco de leche en el cuenco.

domingo, 21 de noviembre de 2010

A orilla de aquella playa

A lomos de un hermoso corcel blanco, disfrutaba de la suave brisa en aquel cálido mes de agosto.
Al pasar por tu lado vi como me mirabas y una leve sonrisa se esbozó en tu rostro. Sonreí y seguí mi camino.

Al llegar al rancho me encaminaba hacia las cuadras, cuando vi un coche en la entrada de la casa. Le pregunté a Daniel, el capataz, de quien era aquel coche.
-Señorita, creo que un comprador de reses que ha venido a ver a su padre. Si quiere ya me encargo yo del caballo.
-Gracias Daniel.

El olor a pastel de manzana llegaba hasta mi abriendome el apetito, así que fuí a la casa y al entrar en el salón...ahi estabas, sonriendo de nuevo.
-Perdón, no sabía...
-Pasa hija, te presento al señor Rosel, Angel Rosel.
Después de una cortés presentación y una disculpa, me dirijí a  la cocina para ayudar a mi madre con la cena.
-No te preocupes cielo, ya está todo preparado. Pon un cubierto más en la mesa que el señor Rosel cenará con nosotros.

Sentados todos a la mesa, sentía tus ojos clavados en mi, a veces levantaba mi vista y ahi estaban tus ojos verdes para encontrarse con los mios.
La cena se hizo amena y la charla sobre los viajes al continente africano que tanto me fascinaron, hizo que la velada se prolongara. Estaba tan absorta en aquellas historias...
-Mi hija siempre ha querido viajar a ese continente. -dijo mi padre
Y de repente ahi estabas tu al quite, invitandome para el próximo safari.

Seis meses más tarde de aquella invitación, estábamos embarcando los dos rumbo a ese sueño.
Cuantas cosas habían pasado en esos seis meses.
-Cariño se te ve felíz,¿lo eres de verdad?
-Mucho amor mio, tanto que estaba recordando como empezó este sueño, ¿recuerdas?
-A orilla de aquella playa, a lomos de un hermoso corcel blanco, a la suave brisa en aquel cálido mes de agosto.

viernes, 19 de noviembre de 2010

La invitación de un desconocido

-Cariño sabes que te quiero mucho verdad?
-Lo se mamá
-Pásalo bien en el campamento y hazle caso a los monitores
-Que siii

Le vi alejarse felíz en el autobús. Y a medida que se alejaba me sentía como vacía. Que iba a hacer yo los próximos 20 días???
En principio me metí en una cafetería a tomarme un té y pensar relajadamente.
Me distraje un rato mirando la prensa mientras tomaba mi té con limón.
-Disculpe, está usted invitada por aquel caballero.-me dijo el camarero señalándome hacia la barra.
Hice un gesto en señal de gracias. Creo que hasta me puse colorada cuando noté que se dirijía hacia mi mesa.
-Gracias por su invitación.
-Es un placer, le importa si me siento un rato con usted? No pretendo molestarla.

Hice un gesto con la mano señalándole la silla. Estabamos el uno frente al otro. Dos desconocidos. Tenía unos preciosos ojos verdes, era moreno y su cabello hacía unas graciosas ondas.
Sin saber muy bien como empezamos, acabamos teniendo prácticamente la misma historia en nuestros lábios. El también había dejado a su hijo en el autobús que los llevaba al campamento, que casualidad.
Decía que le daba pena volver a casa para estar solo. Sin que yo le preguntara (no me gusta ser indiscreta), me contó que solo le tenía a él, que su mujer había muerto cinco años atrás.
Me preguntó si me podía invitar a cenar, para que ninguno de los dos se sintiera solo.
No sabía si era muy apropiado e insistió ante mi duda.
Era muy simpático y parecia una buena persona...por que no???
-Sé de un italiano muy bueno.-me dijo- te gusta la comida italiana??
-Me apasiona la comida italiana.
Salimos de la cafetería, estaba casi anocheciendo, pero la temperatura era muy agradable, asi que decidimos ir dando un paseo.
Era muy extrovertido y cada poco me hacía reir. Me lo estaba pasando realmente bien con él.
Me encantan los hombres con sentido del humor y él tenía muchísimo.
Al pasar por el puerto, nos detuvimos a mirar las barcas de los pescadores. Al fondo la puesta de sol merecía la pena, era preciosa.
-Que bonita puesta de sol, casi es tan bella como tu.
Mis colores se pusieron al rojo vivo y bajé la cabeza timidamente.
Llegamos al restaurante y volvimos a charlar animadamente de los niños.
El suyo y el mio tenían la misma edad, y seguro que les tocaría de estar juntos.
La cena se prolongó hasta casi la una de la madrugada. Se nos había pasado el tiempo volando.
Nos sacaron de la conversación los traqueteos de los camareros recogiendo.
-Caramba somos los últimos, será mejor que nos vayamos .-le dije.
Otro largo paseo nos llevó a donde habíamos dejado los coches.
-Me gustaría volver a verte.-me dijo
Nos intercambiamos los números de teléfono y nos marchamos.
Una hora más tarde, estaba sonando el teléfono y corrí asustada hacia el, quizás había pasado algo en el campamento para llamar a esas horas.
-Perdona, soy yo, ya dormias?
-No, no dormia pero me he asustado.
-Lo siento, es que no podía dormir y ahora me siento un idiota por molestarte a ti y encima darte un susto.
-No pasa nada, tranquilo. Por que no puedes dormir?
-Cuando echas de menos a alguien, suele pasar.
Dando por hecho que se refería a su hijo le dije que 20 dias no son tantos y que cuando nos diéramos cuenta estarían de nuevo en casa.
-No es al niño a quien echo de menos, sino a ti. Acabamos de conocernos ya lo se, pero es como si estas horas que estuvimos juntos ya no me dejaran desprenderme de ti.
Uffff un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Me dijo si quería ir unos dias de viaje con él, que tenía que ir por negocios a la isla, pero que no le tendrían muy ocupado y que lo pasariamos bien.

Aquella isla era un auténtico paraiso. Nada más llegar al hotel se excusó y dijo que tardaría una hora en volver y que luego iríamos juntos a comer.
A su vuelta lo vi entrar en la habitación con un gran ramo de rosas rojas.
-Para la mujer más bella.-me dijo mientras me besaba en la mejilla.
Pero el roce hizo lo inevitable y acabamos fundiéndonos en un largo y cálido beso.
 Beso que como sin querer nos llevó a amarnos allí mismo sobre la cama, con tal pasión como si nunca más fuésemos a estar cerca el uno del otro.

Y así empezó nuestra historia de amor. Historia que hoy en día después de 2 años, sigue más viva que nunca.
Nuestros hijos se llevan fenomenal, comparten aficiones y son como auténticos hermanos.

Y para nosotros... todas las lunas son de miel.

jueves, 18 de noviembre de 2010

La manzanilla

Han pasado más de 20 años de aquel viaje a San Fernando en Cádiz.
Aquel montar a caballo por la playa de Rota, disfrutar como locos en el parque acuático del Puerto de Santa Maria.
Recuerdo que la mañana que llegamos, después de instalarnos en casa de un amigo, me dice mi hermano que si vamos a tomar algo, a lo que por supuestísimo no me negué.
Nos metemos en un chiringuito pequeño, muy andalúz y mi hermano pide dos manzanillas.
Ante mi ignorancia y mi corta edad, empiezo a pensar "y a este que le duele?" "y encima pide manzanilla también para mi".
Salí de mis dudas cuando aquel buen hombre nos puso dos copitas de manzanilla que no eran precisamente de infusión como yo pensaba jajaja.
Nos sentamos a tomarnos nuestras copitas (que estaban de muerte por cierto), aquello entraba como si fuera agua.
Entre risas y charlas repetimos un par de veces más.
Y llegó el momento en que decidimos volver.
JA
JA
Sentada estaba como una rosa, pero levantarme como que no jajajaja.
Yo disimulando como podia le digo a mi hermano:
-Oye que tenemos que esperar un ratillo que no puedo andar.
Se me habia subido de tal manera aquella dulzura de vino, que la risa floja no me dejaba mover las piernas.
Al rato lo intentamos de nuevo y mal que bien salimos a la calle.
Entendí en aquel mismo momento el arte y la gracia de los andaluces.... la manzanilla.

martes, 16 de noviembre de 2010

Amor maduro

Le vi alli sentado, ensimismado en sus pensamientos y traté de imaginarme en que estaría pensando.

Tal vez en su amada esposa a la que hacia 6 años que había perdido, o quizás en que ya quedaban pocos de sus amigos de siempre.

Me pareció buena idea sacarlo de aquel ensimismamiento y me fuí hacia el.
-Padre ¿en que piensa?
-Pensaba en como te va a sentar la noticia que tengo que darte.-dijo sin levantar la cara, no se atrevia a mirarme y no entendia el porque.- Recuerdas que hace 3 meses fuí a pasar unos dias a casa de tu hermana ¿verdad?
-Si padre, lo recuerdo.
-Pues en aquellos días conocí a una señora mientras paseaba por el parque y hablando a diario con ella, me dijo que se sentía muy sola, que yo era afortunado por tener dos hijas como vosotras que me cuidais y quereis, pero ella no tenía familia, sus amigas habían muerto y se sentía tan sola que las palomas del parque eran lo único que le hacían levantarse por las mañanas. En principio me dió pena.
-Lo entiendo.-dije enternecida por aquella tristeza que vi en sus ojos
-Pero solo en principio, porque a medida que nos íbamos conociendo la veía más animada e incluso alegre. Se notaba que aquellos momentos que pasamos juntos, la hicieron vivir de nuevo...tener a alguien a quien ir a ver al parque, no solo a las palomas, la hizo feliz. Y pienso que debería volver allí. Tiene que estar muy triste, de nuevo sola.
-Padre y tu ¿la echas de menos?
-Muchísimo hija, tanto que si no vuelvo con ella creo que pronto os dejaré. Necesito verla sonreir.
-Eso es amor papá, te has enamorado.
-Que tonto que me pase a mi edad ¿verdad?
Le sonreí y negando con la cabeza me acerqué a besarle en la mejilla.
Creo que estaba sorprendido de que yo le entendiera, así que tomándole del brazo le dije:
-Anda ven, vamos a hacer la maleta.
Todavía recuerdo como se iluminaron sus ojos, me sonrió y avanzamos hacia casa.
Hoy cinco años después, cada vez que voy a verle lo primero que me dice es:
-Gracias hija.
El y yo sabemos porque lo dice. Cinco años de felicidad junto a la que es su mujer, alegraron sus ojos y mi corazón.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Amame

Algo más que un instante...eso quisiera que fueras para mi.
Que al despertarme en la mañana, te sintiera a mi lado y abrazándome a ti te provocara nuevas ganas de amarme y volver a vibrar entre tus brazos ardiente de deseo.

Ya puesta a pedir, quisiera que no te fueras nunca de mi vida. Compartir contigo cada segundo de la vida que me quedara por vivir.

Tal vez no debería soñar despierta, no debería enamorarme de nuevo.
Quizás no debiera pero creo que ya es demasiado tarde porque cada vez que te veo siento como si un montón de pinguinos bailaran en el interior de mi estómago.
Una sensación de frio polar atraviesa mi corazón y me deja incapaz de articular palabra.

Cuanto desearía que fueras diferente a los demás. Único, solo para mi. Cuanto desearía que fueras tu el que me amara cada día, el que susurrara a mi oido lo mucho que me amas.
¿Será posible amor mio que me ames como jamás creiste que podías amar?
Tengo tanto amor para regalarte cariño, tanto que me asusta que te empaches de mi.

Quítame estos miedos corazón, quítamelos todos y ámame, devuelveme las ganas de vivir.

-Mamáaaaaa!!!!!!! despierta que vamos a llegar tarde!!!

sábado, 13 de noviembre de 2010

Algo de mi se murió aquel dia

Mi prominente barriga de ocho meses de embarazo, me hacía incómodo conducir, pero aun así tenía que hacerlo.
Mi madre en el asiento del copiloto se dió cuenta también de que el conductor del coche que iba delante, hacía cosas raras.
Extremé las precauciones y tal y como imaginamos, de repente dio un frenazo, que por suerte pude ver a tiempo y gracias a la distancia que mantenía con él, me permitió frenar a tiempo. Pero el coche que venía detrás del mio, no se lo esperaba y sus ruedas chirriaron de tal manera que pensé que me iba a dar un buen golpe, por lo que hice toda la fuerza que pude con mis brazos en el volante para proteger de alguna manera mi tripita (a mi bebé).
Por suerte el coche se detuvo a escasos dos centímetros del mio.
Ufffff, por fin respiré.
Continuamos nuestro viaje hacia el hospital.
Cuando subimos a la habitación, la mirada de mi padre estaba completamente perdida, se dibujaba la muerte en sus ojos. Mi madre también lo vió y se abrazó llorando a él. Yo rompí a llorar y me sacaron de la habitación.
A los cinco minutos mi padre falleció.
Entonces entre las lágrimas que me quemaban los ojos y el ahogo de aquella pena, pensé que él nos había guiado de camino al hospital para que le viéramos con vida. Si el coche aquel me hubiera dado un golpe, solo con pararnos a hacer el parte de accidentes, ya no habríamos llegado a tiempo.
Siempre pensé que el último aliento de mi padre se quedó en mi vientre.
Algo de mi se murió aquel día, pero algo de él se quedó dentro de mi, volviendo a nacer a los pocos dias en el cuerpecito de mi hija.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Atardecer en la playa

Me encanta pasear cuando anochece por la playa desierta.
Esa canción melódica de las olas al romper en la arena y el aroma a sal, me relajan.
Estaba en uno de mis paseos serenos y tranquilos cuando vi correr a lo lejos un perro. No era muy grande, color canela.
Seguí caminando y a medida que me acercaba se iba haciendo un poco más denoche.
A unos doscientos metros, el perro se quedó parado mirándome. No parecía tener malas pulgas, así que no me detuve.
De repente aquella voz entre las dunas...
-Bobyyyy
Un hombre joven se levantó mientras le hacía gestos al perro, me quedé mirándole y me detuve.
-No te preocupes-me dijo- no muerde, solo quiere jugar.
Empezó a caminar hacia el perro para tomarlo de la correa.
Por un instante nuestras miradas se cruzaron, sentí un escalofrío.
-¿Te dan miedo los perros?-me preguntó
-No no, no es eso. -Balbuceé.
Aquellos ojos verdes que no dejaban de mirarme, me turbaban. Sentí como me ponía colorada y también como él se daba cuenta.
Quería morirme allí mismo. Uffff no sabía si seguir caminando o decir algo más.
-Mi nombre es Javier- me dijo acercándose a mi mostrandome su mano.
Un latigazo recorrió mi cuerpo cuando mi mano se posó en la suya.
-Laura- dije yo.
Después de las presentaciones de rigor y los primeros minutos violentos en los que no se ni siquiera si dije algo, él se puso a mi lado y empezamos a caminar juntos.
Me contó que estaba de paso, pero que le había fascinado tanto aquel pueblo que no quería marcharse nunca.
Su sonrisa era tan dulce...
Después de media hora de caminata, llegamos al aparcamiento. Su coche estaba cerca del mio.
Cuando pensé que nos despediríamos sin más, me acercó una tarjeta y me dijo que le encantaría que volvieramos a quedar para otro paseo. Incluso que si no tenía planes para cenar le gustaría invitarme.
Me gustaba y no queria parecer ansiosa, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad, así que le dije que en una hora podíamos quedar en el restaurante del pueblo. Sonrió y me guiñó un ojo en señal de aprobación.
Nos dirigimos a los coches y cuando me volví para verle marchar, vi que el aparcamiento estaba vacio.
Solo un chucho pequeño color canela correteaba por allí.
-Bobyyy- le llamé- pero el perro ni se inmutó.
Que me estaba pasando, ¿aquello no habia sido real?
La tarjeta!! pensé, pero por más que la busqué jamás apareció.
Una hora más tarde, allí estaba yo, esperándole en aquel restaurante.  No sabiendo si vendría o lo había imaginado todo....
La espera se hizo tan larga, que comprendí que todo había sido un sueño con mal final.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Paseando en el pinar

A aquel pinar solia ir mucha gente a correr, buscar setas, etc.

Mi amiga y yo dábamos un paseo a media tarde, charlando de nuestras aventuras del pasado fin de semana., cuando vimos uno de esos corredores venir hacia nosotras.
Cuando llegó casi a nuestra altura, se paró y a mi me dio un vuelco el corazón porque su cara sudorosa, aquellos ojos azules como inyectados en sangre (quizás por el esfuerzo), no me dieron muy buena espina.

-Señoritas -dijo casi sin aliento- les puedo hacer una pregunta?.
Le miramos las dos con cierta duda.
-Usted dirá - le dijo mi amiga.
-Vienen ustedes preparadas para correr??
-¿Por qué pregunta eso? - dije yo con un miedo tremendo a la respuesta.
-Porque acabo de ver algo que me ha asustado a unos 300 metros de aqui, será mejor que se den la vuelta y se marchen por donde han venido.

Su cara desencajada al relatar lo que había visto nos hizo entrar en pánico.
Había un hombre muerto.
Y no solo eso, sino que él había visto a quien lo había matado.

Sin pensarlo dos veces empezamos a correr los tres en dirección contraria a donde nos había dicho que estaba el difunto.
Cuando alcanzamos la carretera, casi sin aliento, sentimos como crujian las ramas secas caidas de los pinos más próximos, solo nos dió tiempo a girar para ver como salía del pinar un hombre mayor, de unos 60 años, vestido con ropa negra y un gran sombrero también negro.
Noté como su mirada se clavaba en nosotros.
Un frio recorrió todo mi cuerpo pensando en que aquel hombre quizás era el asesino...
Se quitó el sombrero y señalando al corredor le dijo:
-Has sido tu, yo te he visto lo que le hiciste al muchacho.

Hermoso pueblo Doniños

Era la primera vez que me lanzaba en parapente. No lo voy a negar, tenia miedo...mucho miedo, aunque confiaba en Carlos que era un experto en el tema.
Me agarré fuerte a él y sentí levantar mis pies de tierra firme. Ahora el miedo se convirtió en pura adrenalina. Con aquel lago tan hermoso al fondo, la playa llena de gente. Uffff sentí vértigo.
Nunca había visto el lago de Doniños tan bonito, todo desde las alturas se ve más bonito.
Una gaviota se cruzó en nuestro camino y no pude evitar dar un grito, como queriéndole decir que se apartara de nuestro camino. Era alucinante. Estaba viviendo una de las cosas que siempre había soñado y que nunca me había atrevido a realizar.
A medida de que descendíamos, aquellos diminutos bultitos en el centro del campo fueron tomando forma, eran Carmen y Luis que nos esperaban abajo.
...........
 Ya tenían encendida la barbacoa, era increible, desde aquí arriba casi se podía oler la carne cortada en tiras sobre el carbón, el aire que soplaba, por desgracia me iba alejando cada vez más del punto de aterrizaje previsto, de pronto no sé de donde vino aquella tempestad, unos negros nubarrones de repente se cernieron sobre nosotros, yp notaba que Carlos intentaba por todos los medios hacer descender aquel aparato, pero todos sus esfuerzos iban resultando infructuosos, tiraba de todos y cada uno de los cordones, tonta de mí, recordé al mudo de los hermanos Marx tañendo el arpa, pero esto era más serio, notaba todos los musculos en tensión, sólo quería que aquello terminase y pudiera tomar de nuevo tierra suavemente.... 
......... 

Una fuerte ráfaga de viento nos empujaba hacia la playa y por más que Carlos se esforzaba en controlar la situación, parecía que esta se le escapaba de las manos. Creo que notó como temblaba, porque me dijo que no me asustara, que todo saldría bien.
La gente en la playa corría despavorida hacia el aparcamiento por la repentina tormenta.
Nosotros pasamos por encima de los más rezagados en irse, en ese momento supe que acabaríamos en el agua. Lo que me daba miedo es que nos metiera el viento tan adentro que no fuésemos capaces de salir a la orilla.
Traté de cerrar los ojos y no pensar, pero al segundo siguiente los tenía totalmente abiertos y mi cabeza seguia elucubrando en como acabaríamos.
Por suerte para nosotros un nuevo golpe de viento nos llevó hacia el sentido contrario. Momento en que Carlos aprovechó para tirar fuerte y ponernos en tierra firme.
El golpe sobre la arena fué duro, aunque peor para Carlos, que el pobre se quedó debajo.
No sé si por la emoción de estar en tierra o por los nervios que había pasado, no hice ningún ademán de levantarme. Me dejé estar en la postura en que había caído, sin darme cuenta de que seguía encima de él.
-Sabes?.- me dijo- no me importaría tenerte así todo el día.
Entonces reaccioné. Me puse roja como un tomate y me levanté lo más rápido que pude.
-Estais bien??.-preguntaron al unísono Carmen y  Luis con voz entrecortada de tanto correr.
Todos estábamos bien, el susto ya había pasado.
-Por supuesto que si.-se apuró a decir Carlos- que os pensabais que no iba a cuidar de ella??  Por cierto, se nos ha abierto el apetito... como va esa barbacoa??

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