Seguidores

viernes, 28 de enero de 2011

Solo amor

Querías arañar una respuesta positiva a tus proposiciones, aun sabiendo que me harían daño.
Si tú supieras...
A veces da miedo confesar, y más sabiendo que no queremos lo mismo.
Tanto tiempo dentro de mi corazón... demasiado tiempo.
Cuanto se complica el amor cuando no es compartido de la misma manera.
Se que si consiguieras ver dentro de mi solo unos segundos, te darías cuenta que el mío no es un amor cualquiera, no es un amor para burlarse de el. Es puro y enorme, tan enorme que me duele tenerlo dentro y no poder darle salida.
No solo es deseo, es mucho más que eso.
Es algo difícil de definir, porque no hay palabras lo suficientemente bonitas, como si definir algo tan hermoso fuera un sacrilegio al propio amor.
No se... solo son divagaciones.
Solo es amor.

domingo, 23 de enero de 2011

Morir al lado de mi amor

Cerca de los acantilados vi a una pareja mayor en lo alto. Me quedé mirando con el corazón encogido, porque me parecía que estaban demasiado cerca de la orilla y temí que alguno de ellos se cayera.
Estaba muy lejos todavía de ellos así que aceleré el paso todo lo que pude para prevenirles.
Cuando apenas estaba a unos trescientos metros, les vi besarse y fundirse en un tierno abrazo.

Aquel beso se lo daban con tal pasión que me hizo estremecer.
Sin dejar de abrazarse... se dejaron caer.
No!!!!
Mi grito no sirvió de nada, ya era demasiado tarde.
No me atreví a mirar y me dejé caer de rodillas.
No podía ser cierto. Sentí un vacío enorme y muchas ganas de gritar.
Cuando por fin me levanté y miré, sus cuerpos ya se los había llevado el mar.
Entonces empecé a pensar que les podía haber llevado a morir juntos de esa manera.

Después de avisar a la policía de lo que había visto y habiendo pasado dos semanas de aquel suceso, aparecieron los cuerpos en la playa.
Supe más tarde por la prensa que los ancianos iban a ser realojados en distintas residencias, debido a un nuevo plan urbanístico de la zona donde tenían su casa.
Por tanto entendí aquel final.
Preferían morir juntos, a vivir separados.

sábado, 8 de enero de 2011

El reencuentro

Salí a la calle y mi cuerpo se estremeció con el frío.
Subí la capucha y caminé con paso firme entre aquel gentío que había en la plaza.
-Ana!!
Me giré y allí estabas tu, mirándome como si hubieras visto a la mismísima reina. Incluso me entró la risa cuando al hablarte yo, seguías embobado mirándome.
-Te invito a algo calentito, que me estoy helando.- me decías mientras me agarrabas por la cintura.

Entramos en la primera cafetería que vimos abierta y pedimos dos cafés.
-Cuanto hace que no nos vemos Ana?
-Por lo menos seis meses ya
-Llevo buscándote todo este tiempo, no sabía como dar contigo. Cambiaste de número de teléfono¿?
-Si, he tenido que cambiarlo Rober, me robaron el bolso con el móvil y con el los números. Por eso no he podido llamarte para darte mi nuevo número.
Nos quedamos un rato en silencio, observándonos...una sonrisa se dibujó en nuestra cara y casi como por el efecto de un imán, te acercaste a mi y tus labios se posaron en los míos, suavemente, sin prisas por querer dejarme, como una caricia que deseaba tanto como tu.
Terminado el café salimos de nuevo al frío.
-Vivo cerca del puerto, ven conmigo.
Me dejé llevar, le había echado tanto de menos.
Al entrar en su casa se sentía el calorcito de la chimenea encendida...me acerqué al fuego quitándome el abrigo y dejando ver mi espalda en aquel vestido tan sugerente.
Fue casi como una provocación para él y no tardó en aparecer detrás de mi.
El beso en la nuca me estremeció pero eso no le impidió seguir besándome suavemente. Descolgó de mis hombros el vestido, que calló lentamente al suelo.
Abrazándome desde atrás, sus manos recorrían mis pechos, me estaba poniendo a mil, traté de darme la vuelta para besarle pero no me dejó, me revolví de nuevo y también fue en vano.
-Quédate así, cuando te saboree toda por detrás te dejaré dar la vuelta. Volví a estremecerme de placer cuando una de sus manos bajó hasta mi entrepierna.
Suspiré de placer, me dejé hacer sintiendo intensamente su aliento y ...

Oímos cerrarse una puerta y su cuerpo se tensó.
-Cariño ya estoy en casa.

domingo, 2 de enero de 2011

Mis abuelos


Recuerdo todavía algunos episodios como cuando me empeñé en llevarme a mi casa un montón de hueveras de plástico que tenía mi abuela en el corral. Mi hermano me decia que de eso nada que dejara todo eso allí. Y yo como era una niña  un poquito lloricas (eso solo de pequeñita ehhh), pues empecé a llorar como solo yo sabía hacerlo para conseguir lo que quería, osea todo lo alto que se podia pero sin derramar ni una lágrima.
Cansado ya mi abuelo de oirme me dice:
-Por que choras Montserraiña???
_Por nadaaa -llorisqueaba yo
-Pois espera que vas chorar por algo.
Y salió detrás de mi con el bastón en alto.
Puede parecer que no me queria mucho, pero era todo lo contrario, me adoraba.
Recuerdo cuando lo iba a buscar a mitad del camino cuando venia en el autobús, no había día que no me trajera una chocolatina.
O cuando me llamaba churriña y yo le decia:
-Abuelo no me llames churriña que yo no soy una gallina.
Yo tenía solo cinco años cuando mi abuelo murió.
Que especiales son los abuelos.
Unos años más tarde mi abuela que se quedó en una silla de ruedas se vino a vivir a mi casa y esos años compartidos con ella, fueron inolvidables para mi.
Si tuviera que describir a mi abuela, ufff no se si podría, porque no hay palabras lo suficientemente bonitas como para describirla a ella. Era la mejor persona que he conocido nunca.