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viernes, 24 de diciembre de 2010

FELICES FIESTAS


Os deseo de todo corazón unas Felices Fiestas 
y que el próximo año que ya está 
a punto de entrar, 
todos vuestros deseos se hagan realidad.






domingo, 19 de diciembre de 2010

Me cansé de soñar

Triste y sola.
Así me ha dejado la vida.
Cansada de tanto soñarte...ahora ya ni puedo dormir.
Me cansé ya de soñar.


¿Donde estás? ¿Por qué te ocultas de mi?
En mis sueños estabas a mi lado, acariciándome, besándome, queriéndome...amándome.
Me cansé de no vivir nunca esos sueños.

Hoy me siento especialmente sola...te necesito y no estás.
No tardes amor... ya me cansé de soñar .

martes, 14 de diciembre de 2010

Mi gemela


Estaba en el aeropuerto esperando la llegada de aquel avión. Mis nervios iban en aumento a medida que se acercaba la hora. Creía que estaba a punto de salírseme el corazón. Miles de preguntas sin respuesta se agolpaban en mi cabeza.
Y si al fin y al cabo no es mi hermana? Para que me habré metido en este lio?
Pero por otro lado, tenía ganas de verla.
La nuestra había sido una casualidad enorme de haber coincidido en la red y ver que éramos iguales... Quien me iba a mi a decir que tenía una hermana gemela ...
En 40 años pensando que era hija única, me había perdido crecer con alguien idéntico a mi.
Mi madre enferma no recordaba nada, imposible preguntarle.
O el parecido era increíble o éramos gemelas.
Se abrió la puerta y salió una pareja, felices de reencontrarse con la familia.
Mi corazón iba a mil.
Salieron un grupo de muchachas y unos ancianos, luego dos hombres con maletines y por fin la vi...
Dios mío!!!! Era como verme a mi misma avanzando hacia mi, que sensación más extraña.
Ella me sonreía. Creo que tenía el mismo miedo que yo sentía.
Nos abrazamos. Un latigazo de sentimiento recorrió mi cuerpo.
Nos miramos de nuevo. Increíble. Allí estábamos tan iguales que asustaba. Era como verse a una misma en el espejo que nos devolvía la imagen con ropa diferente y otro peinado.
Pasamos unos días conociéndonos y ante la imposibilidad de saber algo por nuestra madre, decidimos hacernos la prueba de ADN, aunque eso sobraba. Era evidente. Éramos idénticas.
Pasamos los días de espera sin pensar demasiado en eso. Además teníamos tantas cosas en común. Si hasta nos gustaban las mismas cosas y aborrecíamos las mismas comidas.

Recuerdo que era un miércoles en la mañana, estábamos desayunando en la cocina, cuando sonó el teléfono.
Se levantó y contestó la llamada.
Vi como su semblante cambiaba. Alguna mala noticia, algo no iba bien.
Colgó y volvió a la mesa en silencio, mientras una lágrima luchaba por no asomar.
-Pasa algo malo? -pregunté
Entonces ella rompió a llorar y entre sollozos me dio la noticia que hizo que me cayera sentada de nuevo en la silla.
No era posible.
La prueba había dado negativo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Soñando

Llegó la noche y me dejé llevar por el sueño.
En este sueño, volvía a ser niña.
Tendría unos cinco años nada más.
-No quiero bajarme, quiero otra vuelta más.
-No puede ser, nos tenemos que marchar ya.
Me bajé llorando y él delicadamente secó mis lágrimas.
-Venga no llores que nos están esperando.
Sentí un golpe seco. Caí lentamente...muy lentamente.
Dos ángeles con grandes alas me tomaban de la mano y me hacían reír al elevarme.
Era mejor que el tiovivo.
Desde la altura vi como mi padre caía de rodillas con las manos en la cara.
La gente corría a su encuentro y yo que estaba ya muy alta, no podía ver que le pasaba.
Le pregunté a los ángeles y me dijeron que mi padre estaba bien y que yo iría a ver a Dios.
- A Dios???
Ya no podía ver a nadie allá abajo.
Solo las nubes parecían algodones de azúcar debajo de mi.
Un gran camino de luz nos llevó a donde estaba Dios.
-Hola pequeña, no tengas miedo.- me dijo con una voz muy dulce.- creo que aún no es el momento de que te quedes conmigo. Volverás con los tuyos y serás feliz con ellos.
Otra vez en aquel túnel tan brillante...ahora oía a mi padre llorar.
-No llores papá
Al oírme su llanto se convirtió en risa y me besaba y lloraba de nuevo y vuelta a reír.
Dos semanas después salí del hospital, era un poco raro porque no podía andar y tenía que estar todo el día en esa horrible silla, pero por lo menos volvía a mi casa.
Justo al llegar a casa mi sueño terminaba.
Diecinueve años soñando lo mismo. Sin embargo, el sueño era dulce no era trágico; era más trágico despertar y ver como la realidad me devolvía a la rutina de mi camilla.
En la silla de mis sueños, yo me podía manejar, pero sin embargo era mi madre la que se tenía que ocupar de mí, de moverme, de lavarme, de darme de comer...
Mi tetraplejia me impedía moverme, pero no soñar.
A veces incluso soñaba despierta. Soñaba despierta que era como cualquier chica de veinticuatro años, que sale con su novio el fin de semana y que el resto de los días los dedica a estudiar su carrera de medicina.
Que ironía de la vida.
Allí estaba yo...soñando y soñando.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Morir para no pensar

Que pocos pasos me separan de vosotros.
Que ganas de volver a abrazaros, de veros sonreir.
Por fín dejaré de sufrir y me reuniré con vosotros.
Ni siquiera me molesta el frío del agua, el vaivén de las olas me hace recordar aquellas noches meciendo la cuna y cantando una nana a mis niñas adoradas.
Erais lo más bonito de mi vida, lo que me hacía sonreir cada día.
Siento el agua en mi garganta, inundando mi cuerpo por dentro...llevándome hacia donde deseo ir. Quiero que se borre de una vez aquella imagen. Mis niñas en el asiento trasero y mi amor sobre el volante.
No quiero ver más esa imagen.
Quiero dejar de estar sola de una vez, acogerme para siempre a vuestro lado...
Hola mis niñas amadas...hola amor mio...

lunes, 6 de diciembre de 2010

No!!!

Abrí mis ojos, los notaba muy pesados, estaba ... no sabía donde estaba.
Sentí a mi lado como alguien lloraba.
Traté de mirar de reojo y vi a un hombre llorando a mi lado. Me agarró de la mano y besándomela sentí como sus lágrimas recorrian mi piel.
Sentía algo extraño... no sabía donde estaba, no sabía quien era aquel hombre ni por que lloraba.
Algo estaba pasando que yo no lograba descifrar.
Intenté hablar pero ningún sonido salió de mi, que raro. Lo intenté de nuevo, pero nada.
Me intrigaba saber quién era aquel hombre que lloraba tan desconsoladamente por mi.
Me intrigaba también saber que me estaba pasando. Parecía una habitación de hospital, pero yo no recordaba haber tenido ningún accidente.
Sentí golpear la puerta y como se abría a continuación.
Una mujer entraba también llorando y se abrazaba al hombre.
Yo seguía sin entender nada.
Llegué a pensar que igual me había desfigurado la cara en algún accidente y aquella gente se estaba confundiendo de persona.
Pero no, estaban hablando de mi.
-Mamá la he perdido para siempre, que será de mi vida sin ella?
-Hijo no te atormentes más, salgamos un rato y descansas, aquí ya no puedes hacer nada.
-Te quiero Laura.-y sentí sus labios sobre los mios.
Salieron de la habitación.
Yo quería gritar que no entendía pero seguía sin sonido alguno. Me estaba poniendo muy nerviosa.
Entran dos personas...parecen un médico y una enfermera. Haber si ahora me entero de lo que está pasando.
El médico estaba dando órdenes de que se me preparara para llevarme a la sala de autopsias.
Se habían vuelto todos locos!!!!!!
Yo les estaba oyendo, podía verles.
Traté de moverme para que se dieran cuenta de que aunque no podía hablar no estaba muerta, pero todo fué inutil.
Me prepararon y me bajaron en el ascensor. Podía ver a la gente que caminaba por el pasillo.
Ahora estaba en una sala muy fría. Un hombre daba órdenes a su ayudante de que le acercara el instrumental.
Ahhhhhhhhhh!!!!!!

viernes, 3 de diciembre de 2010

Aquellos ojos negros

 Al principio cuando me dejó sola, me enfadé, ¿pero por qué tenía que terminar tan mal la noche?. Se había marchado...pues peor para él.

En medio de la pista de baile no me sentía tan sola. Incluso me agarraban para bailar, todo el mundo se reía. Yo no se si fueron las copas que me había tomado o la liberación de saber que nadie le ponía rumbo a mi vida, pero me sentía feliz.

Un joven con un gran antifaz me invitó a tomar algo.
Acepté y nos dirijimos a la barra. Pidió dos gintonics y nos fuimos al porche.
-Mi nombre es Antonio.- me dijo agarrándome la mano.
-Yo me llamo Sonia.
-Si nos quitamos las máscaras podremos darnos dos besos.-dijo con interés de ver mi cara.
-Me gusta más este misterio.-le dije sin saber muy bien porque había dicho eso.
Parecia una buena persona, muy amable y de gestos comedidos. Se veía a las leguas que tenía muy buena educación.
Me contó que estaba en la ciudad por negocios. Trabajaba para la empresa de su padre y como le gustaba mucho viajar, siempre que tenían que hacerlo se ofrecía voluntario.
-Si quieres bailar podemos volver a la pista de nuevo.- me dijo.
-Creo que ya es muy tarde, tendré que marcharme a casa.
Se ofreció a acompañarme y acepté. Al fin y al cabo no tenía acompañante y no me agradaba la idea de irme sola.
Pidió su coche y un bonito mercedes descapotable se presentó ante nosotros.
El camino hacia mi casa se me hizo corto. Le invité a entrar a tomar algo y aceptó.
-Ahora que ya no nos ve nadie podremos quitarnos las máscaras ¿no?.- dijo como pidiendome permiso.
-Tal vez sería mejor no hacerlo.-dije
Me miró mientras me encaminaba al mueble bar a poner dos copas.
Para que quitarnos las máscaras...aquellos ojos negros me bastaban para sucumbir a la profunda mirada.
-Me encantan tus ojos.-me dijo- pero me gustaría llevarme conmigo el recuerdo de tu bonito rostro.
Me quité la máscara y una sonrisa se dibujó en su cara.
-Lo ves, eres preciosa.
Vi que él no se la quitaba y me acerqué para hacerlo yo. Detuvo mi mano en el aire.
-¿Yo no puedo verte?.-le dije
-No creo que te guste lo que vas a ver.
No creia que eso fuera cierto, esos ojos tan penetrantes me fascinaban.
Volví a levantar mi mano hasta su cara y esta vez me dejó hacer.
Suavemente retiré el antifaz. Aquel rostro sonriente se puso tenso y serio.
Ahora entendía el por que.
La mitad de su rostro estaba desfigurado por una gran quemadura.
Traté de actuar con naturalidad para que no se sintiera violento. Además la belleza de aquellos ojazos negros seguian siendo el punto hacia donde mi mirada no podía dejar de dirijirse.
Me contó su historia, su desgraciada infancia y el incendio causado por su hijo en el que había muerto junto con su esposa.
No sabía que decir, aunque creo que nada de lo que yo dijera podría servir. Sentí correr dos lágrimas por mi rostro. Casi al instante, se acercó a mi y me las secó.
-Nada de lágrimas. Ya no más.
Dejó un beso en mi mejilla y se despidió.
-¿Volveré a verte?.- pregunté
Salió sin responder y al llegar a la puerta volvió la mirada hacia mi, sonrió y sin más se fué.

Al dia siguiente cuando me preparaba el desayuno, ojeando el periódico, me quedé helada.
Joven asesinado la tarde anterior cuando se dirijia a una fiesta de disfraces.
-Santo Dios,es él!!!!.- me dejé caer en la silla.
Como podía ser si yo había estado con él en la fiesta y en mi casa, también en su coche.
Me sentía aturdida.
En los informativos también dieron la noticia, por la importancia del joven en el mundo de los negocios.
Allí estaba su foto en la televisión. La hora que decian de su muerte era justo cuando empezaba la fiesta y él no podía haber estado.
Recordé de nuevo aquellos ojos.
Aquellos ojos que ya no olvidaría nunca.