Seguidores

viernes, 19 de noviembre de 2010

La invitación de un desconocido

-Cariño sabes que te quiero mucho verdad?
-Lo se mamá
-Pásalo bien en el campamento y hazle caso a los monitores
-Que siii

Le vi alejarse felíz en el autobús. Y a medida que se alejaba me sentía como vacía. Que iba a hacer yo los próximos 20 días???
En principio me metí en una cafetería a tomarme un té y pensar relajadamente.
Me distraje un rato mirando la prensa mientras tomaba mi té con limón.
-Disculpe, está usted invitada por aquel caballero.-me dijo el camarero señalándome hacia la barra.
Hice un gesto en señal de gracias. Creo que hasta me puse colorada cuando noté que se dirijía hacia mi mesa.
-Gracias por su invitación.
-Es un placer, le importa si me siento un rato con usted? No pretendo molestarla.

Hice un gesto con la mano señalándole la silla. Estabamos el uno frente al otro. Dos desconocidos. Tenía unos preciosos ojos verdes, era moreno y su cabello hacía unas graciosas ondas.
Sin saber muy bien como empezamos, acabamos teniendo prácticamente la misma historia en nuestros lábios. El también había dejado a su hijo en el autobús que los llevaba al campamento, que casualidad.
Decía que le daba pena volver a casa para estar solo. Sin que yo le preguntara (no me gusta ser indiscreta), me contó que solo le tenía a él, que su mujer había muerto cinco años atrás.
Me preguntó si me podía invitar a cenar, para que ninguno de los dos se sintiera solo.
No sabía si era muy apropiado e insistió ante mi duda.
Era muy simpático y parecia una buena persona...por que no???
-Sé de un italiano muy bueno.-me dijo- te gusta la comida italiana??
-Me apasiona la comida italiana.
Salimos de la cafetería, estaba casi anocheciendo, pero la temperatura era muy agradable, asi que decidimos ir dando un paseo.
Era muy extrovertido y cada poco me hacía reir. Me lo estaba pasando realmente bien con él.
Me encantan los hombres con sentido del humor y él tenía muchísimo.
Al pasar por el puerto, nos detuvimos a mirar las barcas de los pescadores. Al fondo la puesta de sol merecía la pena, era preciosa.
-Que bonita puesta de sol, casi es tan bella como tu.
Mis colores se pusieron al rojo vivo y bajé la cabeza timidamente.
Llegamos al restaurante y volvimos a charlar animadamente de los niños.
El suyo y el mio tenían la misma edad, y seguro que les tocaría de estar juntos.
La cena se prolongó hasta casi la una de la madrugada. Se nos había pasado el tiempo volando.
Nos sacaron de la conversación los traqueteos de los camareros recogiendo.
-Caramba somos los últimos, será mejor que nos vayamos .-le dije.
Otro largo paseo nos llevó a donde habíamos dejado los coches.
-Me gustaría volver a verte.-me dijo
Nos intercambiamos los números de teléfono y nos marchamos.
Una hora más tarde, estaba sonando el teléfono y corrí asustada hacia el, quizás había pasado algo en el campamento para llamar a esas horas.
-Perdona, soy yo, ya dormias?
-No, no dormia pero me he asustado.
-Lo siento, es que no podía dormir y ahora me siento un idiota por molestarte a ti y encima darte un susto.
-No pasa nada, tranquilo. Por que no puedes dormir?
-Cuando echas de menos a alguien, suele pasar.
Dando por hecho que se refería a su hijo le dije que 20 dias no son tantos y que cuando nos diéramos cuenta estarían de nuevo en casa.
-No es al niño a quien echo de menos, sino a ti. Acabamos de conocernos ya lo se, pero es como si estas horas que estuvimos juntos ya no me dejaran desprenderme de ti.
Uffff un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Me dijo si quería ir unos dias de viaje con él, que tenía que ir por negocios a la isla, pero que no le tendrían muy ocupado y que lo pasariamos bien.

Aquella isla era un auténtico paraiso. Nada más llegar al hotel se excusó y dijo que tardaría una hora en volver y que luego iríamos juntos a comer.
A su vuelta lo vi entrar en la habitación con un gran ramo de rosas rojas.
-Para la mujer más bella.-me dijo mientras me besaba en la mejilla.
Pero el roce hizo lo inevitable y acabamos fundiéndonos en un largo y cálido beso.
 Beso que como sin querer nos llevó a amarnos allí mismo sobre la cama, con tal pasión como si nunca más fuésemos a estar cerca el uno del otro.

Y así empezó nuestra historia de amor. Historia que hoy en día después de 2 años, sigue más viva que nunca.
Nuestros hijos se llevan fenomenal, comparten aficiones y son como auténticos hermanos.

Y para nosotros... todas las lunas son de miel.

8 comentarios:

  1. Caramba, tenái pinta de no acabar muy bien, estas cosas ya se sabe son de novelas rosa, mejor así.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Para una que no me despierta la niña jajajaja

    ResponderEliminar
  3. Preciosa historia de amor,tenia que acabra bien.Soy de fianles felices.No se a quien feliciatr a la escritora o ala protagonista estoy un tanto liado.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Yo empezaria por felicitar a la escritora, ya que las historias de amor que acaban bien me encantan, sobre todo en estos tiempos.

    ResponderEliminar
  5. Jose Manuel me alegro que te haya gustado. Besos

    Maica gracias preciosa ya se que eres tan romántica como yo, besos pitufa

    ResponderEliminar
  6. Me sorprendió.
    Lindo relato.

    Besos,
    Franco

    ResponderEliminar
  7. Que bonito relato romantico, en pleno siglo XXl UNA BELLA HISTORIA DE AMOR. fELICIDADES, MONTSE.

    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Besos Franco, muchas gracias.

    Antony me alegra que te gustara. Muchas gracias.
    Besos

    ResponderEliminar